A José Manuel de la Huerga.
Al final del camino, siempre sabré donde encontrarte.
Miraré el mar sabiendo que ahora eres tú quien esculpe las olas. Y estarás allí, quieto, donde desovan las montañas y bajan a beber los valles.
Me quedo tranquila sabiendo que es el pesebre del desierto el que ahora te recoge con cada una de las gotas de lluvia que, desde hoy, caigan sobre las dunas.
Siempre voy a tener cerca una caracola para que, cuando te hagas sitio entre los corales y el ámbar gris, puedas hablarnos con el ronquido del mar.
Amigo mío. Te voy a echar tantísimo de menos.
Preciosa despedida al amigo, Violeta.
La palabra, que nos ayuda a expresar las emociones. Las bellas palabras.
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Pequena, qué bonito escribes, siento mucho esta pérdida tan grande para tí.
Te mando un abrazo enorme, Ire
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