Relato · Sáhara

Ilustres coleópteros

Aún no llegan a 90 los días sin arena y sigo persiguiendo escarabajos.

Plantas, en el Sáhara, pocas. Por eso me imagino que los bichillos, encargados de dar vida a lo inerte, han querido pintar ramas en la arena con sus pequeños saltos formando las estelas que se pueden ver en la foto. He aquí la explicación:

Ilustres coleópteros decretaron hace millones de años ante tribunal constituyente, que es mentira que todos los caminos lleven a Roma. El motivo que llevó a esta desmitificación social obligada fue, principalmente, que ninguno de ellos sabía qué era Roma exactamente por lo que el consejo de sabios (en esto de la democracia los escarabajos nos llevan siglos de ventaja) decidió que los caminos no tienen por qué llevar a ninguna parte y que pueden ser solo eso, caminos.

La noticia no fue muy bien aceptada por el sector conservador y algunos encapuchados intentaron dar un golpe de estado. Fue, gracias a las fuerzas revolucionarias, un intento fallido.

Poco a poco la decisión se fue aceptando y todos los escarabajos comprendieron que lo importante no es el lugar al que quieras llegar, sino cómo haces el camino.

Algunos escarabajos, los que vuelan, hacen de su casa la espiral infinita del aire; otros, los que caminan, van haciendo con su cuerpo una preciosa línea que va de la vida a la muerte y que solo borra el tiempo o las nubes. Los del Sáhara, en cambio, navegan sobre la arena dibujando enredaderas de estelas saltarinas como ramas y raíces de un árbol etéreo que entra y sale de las dunas.

La arena al final es como el agua y los escarabajos, buzos milenarios en busca de algún pez perdido que les acompañe en su camino eterno.

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